Artículo/"CARNES TOLENDAS Y CARNES TOLTAS"

Ayer oía un comentario sarcástico acerca de las Carnes Tolendas, en el sentido de que nos está coincidiendo la celebración de esta fiesta (cuyo sentido y cuya denominación es de carácter inequívocamente alimentario) con una profunda crisis del sector cárnico y con una psicosis creciente que nos ha llevado a una reducción drástica del consumo de carne. Y nos quedamos perplejos cuando analizamos el significado de Carnes Tolendas, que no es otro que “Las carnes han de ser suprimidas”, han de ser puestas en cuarentena, es decir que hay que hemos de volver a la celebración de la Cuaresma, aunque esta vez no por motivos religiosos, sino por motivos sanitarios.
Mientras la política alimentaria y sanitaria estuvo en manos de las religiones, coincidieron la mayoría de éstas en asignar una época del año a trabajar profundamente sus políticas higiénico-alimentarias. Aquello que habían decidido que convenía hacer, lo vestían cada uno con los respectivos ropajes religiosos, y conforme a ellos imponían unas conductas y unos ritos. El cristianismo no fue el inventor de la abstinencia de carne, ni de los ayunos, ni siquiera de la abstinencia sexual y demás prácticas purificadoras o purgadoras. Ni inventó tampoco la asignación de una época del año a estas prácticas y a los ritos que las acompañan; como el cierre de las carnicerías durante toda la cuaresma, porque durante toda ella tenían que abstenerse los cristianos de comer carne.
Donde toda la población era cristiana, bastaba el seguimiento del calendario litúrgico, que formaba parte de la vida, para encontrarse metido en los respectivos períodos y prácticas sin necesidad de proponérselo expresamente. Pero donde, como en España, estaban mezclados pueblos de distintas religiones, se crearon las inevitables tensiones, que con el tiempo se ritualizaron. Una de éstas fue la agrupación de todo el gremio de pescateros para conseguir que ni una sola carnicería quedase abierta durante la Cuaresma. Eran las vacas gordas de los pescateros, era su agosto, y no se lo iban a perder. La iglesia les dio cancha para que fueran los grandes promotores de la cuaresma, y lo fueron, naturalmente, mediante la celebración carnavalesca de la guerra de Doña Cuaresma, en la que se personificaba la representación de todos los pescateros, contra Don Carnal, en quien estaban personificados todos los carniceros.
Durante la semana que precedía al inicio de la Cuaresma, la semana de las Carnes Tolendas, se promocionaba precisamente el pescado. Se entablaba la batalla de éste contra la carne. Además del sentido directo, tenía evidentemente otro alegórico, de inculcación de valores puramente religiosos. Pero el estribillo era constantemente el mismo: hay que suprimir las carnes, hay que suprimir las carnes, hay que suprimir las carnes. Las que se ofrecían en las carnicerías, y también las propias carnes. Había que someterse a una dieta y a un régimen de adelgazamiento. Tal y cual.
La gran paradoja es que coincidiendo con la liquidación de la Cuaresma religiosa (mucha celebración para despedir a la carne, pero ya no se la despide), hemos instituido una cantidad de cuaresmas dietéticas y estéticas,sosas y asépticas, que dejan chiquita a la Cuaresma. Los que quieren conservar la línea se ven obligados a rigurosísimas cuaresmas, repetidas a lo largo del año, e incluso obligados a regímenes alimentarios que hasta los más rigurosos monasterios hubiesen considerado excesivamente duros.
Y por si algo nos faltara, entre que las vacas se nos vuelven locas y los cerdos mueren de calentura, nos hemos entregado con fervor a la abstinencia de carne, como si de repente se nos hubiesen rebelado sus grandes valores profilácticos y terapéuticos, o nos hubiésemos reconciliado con la santa, y por santa denostada Cuaresma.
EL ALMANAQUE examina hoy la palabra carnestolendas, cuaresmal donde las haya.
CARNESTOLENDAS
“Tolle, tolle, crucifige eum”, gritaban los judíos cuando Pilatos les presentó a Jesús hecho un estrago, con el célebre “Ecce homo”. “Quita, quita, crucifícalo”. Tóllere significa en efecto quitar, apartar, suprimir, eliminar. Lo más llamativo de esta denominación del Carnaval es la forma de gerundio del adjetivo que acompaña a carnes: se trata en efecto de carnes que han de ser eliminadas, que han de ser suprimidas.
El gerundio (gerundius, forma arcaica de gerendus) es el modo con el que expresamos que algo tiene que ser hecho, que debe hacerse, o más exactamente ser conducido a su realización. Recordemos que del verbo gérere derivan gestor, gestación, gerente y gesta. El hecho, pues, de que en una época determinada se denominase al Carnaval “Carnes tolendas”, induce a pensar que en esa época no debía estar aún implantada del todo la Cuaresma, y que por tanto necesitaba una semana de campaña, bajo el santo y seña de "las carnes deben ser suprimidas”. Porque se trata en cualquier caso de una consigna cuaresmal; en ningún caso carnavalesca.
No está nada claro el proceso de implantación de la Cuaresma en la cristiandad. Los ayunos de preparación a la Pascua se fueron alargando, hasta llegar al número de 40 días. Si bien la palabra Cuaresma empieza a sonar en el siglo IV, como primer avance de lo que acabaría siendo una práctica canónica de toda la iglesia, no aparecen hasta el siglo IX pruebas claras de que la Cuaresma es ya una práctica generalizada. Esto significa que el proceso de implantación de la Cuaresma fue de muchos siglos; que no fue llegar y besar el santo, sino que se necesitó un largo período de indoctrinación.
Tampoco tenemos noticia de qué ocurría entretanto con toda la gama de Carnavales paganos, que se venían celebrando desde mucho antes que la Cuaresma, y con formatos totalmente distintos según las épocas y lugares. Lo más probable es que para vender mejor el producto, se pusieran los Carnavales al servicio de la Cuaresma, para hacerle de agente de propaganda, de paso que se supeditaban a ella. Precisamente el nombre de Carnes tolendas, carnes que hay que quitar, induce a pensar que se trataba en efecto de una semana de campaña para convencer de la necesidad de practicar la Cuaresma, y que se adaptarían como elementos propagandísticos la gran variedad de costumbres más o menos carnavaleras que cada pueblo tenía.
Todas las etimologías “cristianas” del Carnaval son de carácter cuaresmal, por más que la mayoría de Carnavales sean la más directa antítesis de la Cuaresma. No lo es, por ejemplo, el que se adivina en el Arcipreste de Hita, en cuyo Libro de Buen Amor vemos concentradas las celebraciones en una auténtica presentación de la Cuaresma dándole la batalla a la carne; y luego en la Semana Santa, que no se la nombra por este nombre, y en la Pascua. La interpretación de carnem levare, o carnis levamen está en la misma línea que el carnes tolendas (levare significa igualmente quitar, llevarse; de ahí procede este verbo), pero con la diferencia de que en estas interpretaciones se da la Cuaresma, que es siempre su referente, como definitivamente asentada. Lo mismo ocurre con la denominación de Carnestoltas, que es otro de los nombres del Carnaval y el de su rey. Este nombre es indicativo de la definitiva implantación de la Cuaresma que se pretende promocionar con el Carnaval; porque en vez del gerundio (expresión de un deber, una obligación o una necesidad), se emplea el participio perfecto pasivo (con el que se expresa que una cosa ya está hecha) del mismo verbo tollo, tóllere, tuli, tultum o toltum (en su versión medieval, no la clásica). Queda claro, pues, por los diversos nombres cristianos del Carnaval, que éste se concibió como una campaña festiva de promoción de la Cuaresma y del ayuno, la abstinencia y la penitencia que ésta lleva aparejadas. Son las paradojas propias de una religión eminentemente aglutinadora.
Mariano Arnal
PORTAL CULTURAL EL ALMANAQUE Año III. Nº 800 Jueves 1 de Marzo de 2001.Carnaval
septiembre de 2003. el almanaque: www.elalmanaque.com

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